Patrycja y Lukrecja son dos travestis que crecieron en un Estado comunista. Se pasaron los años 70 y 80 en la marginalidad y encontraron el glamour en la miseria, pavoneándose en parques y servicios públicos, seduciendo a soldados soviéticos, viviendo a costa de los borrachos y viendo a sus amigos morir de sida.
Para cualquiera que no estuvo allí, sus desvergonzadas y maliciosas historias de aquellos años parecen escandalosas. Ahora están a punto de ir a Lubiewo, una ciudad costera y turística del Báltico habitada por una generación más joven de gays emancipados, y se dan cuenta de que ser gay en la Polonia actual, reaccionaria y biempensante, ya no es tan interesante como lo era bajo los comunistas. Los veteranos y los jóvenes mantienen una lucha feroz. Los primeros reivindican sus costumbres disolutas y conservan cierta nostalgia de la Polonia comunista. Los segundos, más civilizados, piden igualdad, respeto, derecho al matrimonio y a la adopción... Todos comparten el placer por la disputa y la extravagancia. Como en el Decamerón, en Lovetown se mezclan retratos, anécdotas, escenas sexuales y recuerdos de libertinaje y nos llevan a un mundo oculto. Heredero de Pasolini, pero también del Selby de Última salida para Brooklyn, Witkowski lleva a cabo una proeza literaria. Cambiando constantemente de perspectiva, pasa de la tragedia a la comedia, del idilio a la sátira, de lo sórdido a lo sublime, con una libertad que se burla de todos los tabúes.
«El lenguaje de Witkowski es descarnado y vivaz: relumbra como una oscura calle suburbana lavada por la lluvia e iluminada por las farolas» (Frankfurter Allgemeine Zeitung).
«Un desenfrenado, anárquico, autoproclamado Decamerón queer: una cacofonía de voces que narran orgullosamente sus hazañas gays en los servicios, parques y barracones del ejército antes de que se despenalizara la homosexualidad» (Mary Fitzgerald, The Observer).
«El fin de la opresión soviética no fue bien recibido por todo el mundo. Patrycja y Lukrecja son reliquias de la escena gay anterior a Solidaridad y el sida, nostálgicas de los viejos tiempos de vergüenza y secretismo... Las dos viejas travestis -tan relegadas en el nuevo mundo como en el viejo- cuentan sus historias de sexo prohibido a un joven periodista gay» (Kate Saunders, The Times).
«El Lovetown de Michał Witkowski, que rinde homenaje a Gombrowicz, fue un succès de scandale en Polonia, un bestseller de temática gay, cuando el autor contaba apenas treinta años. Interesa a los lectores extranjeros no sólo porque mira la homosexualidad desde un paisaje distinto. Witkowski ha elegido, tras entrevistar a decenas de drag queens polacas, exchaperos, conejitas de discoteca y todos los tipos imaginables de gays, que su novela gire en torno a los cambios políticos de los 80 y su impacto en la vida de los hombres gays, en lugar de limitarse a desenterrar un período que parecía crudo o reprimido. Una novela fresca, estridente, sorprendentemente bella» (Richard Canning, The lndependent).