Descripción
En 1964, en un ensayo recogido en el volumen Política y delito, Hans Magnus Enzensberger hacía una terrible comparación entre la mafia de Estados Unidos y el mundo empresarial.
Los mafiosos no atracaban bancos, no robaban la nómina de las compañías: eran comerciantes que negociaban con mercancías ilícitas, imponían precios a los minoristas y de vez en cuando mataban a un competidor.
Eran la prueba de que toda empresa capitalista, llevada a sus últimas consecuencias, se convertía en una organización criminal.
El primer gángster que quiso poner orden en el hampa local y organizarla como una gran compañía fue Al Capone; su feudo era Chicago.
Lucky Luciano perfeccionó su método, organizando el trust de «familias» de Nueva York.
NÚM. DE PÁGINAS 552
TRADUCCIÓN Antonio-Prometeo Moya Valle
PUBLICACIÓN 12/09/2018
Tapa Blanda
Los mafiosos no atracaban bancos, no robaban la nómina de las compañías: eran comerciantes que negociaban con mercancías ilícitas, imponían precios a los minoristas y de vez en cuando mataban a un competidor.
Eran la prueba de que toda empresa capitalista, llevada a sus últimas consecuencias, se convertía en una organización criminal.
El primer gángster que quiso poner orden en el hampa local y organizarla como una gran compañía fue Al Capone; su feudo era Chicago.
Lucky Luciano perfeccionó su método, organizando el trust de «familias» de Nueva York.
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TRADUCCIÓN Antonio-Prometeo Moya Valle
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